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viernes, 26 de julio de 2013

Antonio Machado (25 de julio de 1875-22 de febrero de 1939


UN LOCO

  Es una tarde mustia y desabrida

de un otoño sin frutos, en la tierra

estéril y raída

donde la sombra de un centauro yerra.

  Por un camino en la árida llanura,
entre álamos marchitos,

a solas con su sombra y su locura

va el loco, hablando a gritos.

  Lejos se ven sombríos estepares, 

colinas con malezas y cambrones, 

y ruinas de viejos encinares, 

coronando los agrios serrijones.


  El loco vocifera

a solas con su sombra y su quimera.

Es horrible y grotesca su figura;

flaco, sucio, maltrecho y mal rapado,

ojos de calentura 
iluminan su rostro demacrado.
 

  Huye de la ciudad… Pobres maldades,

misérrimas virtudes y quehaceres
de chulos aburridos, y ruindades 
de ociosos mercaderes.


  Por los campos de Dios el loco avanza.

Tras la tierra esquelética y sequiza

-rojo de herrumbre y pardo de ceniza-

hay un sueño de lirio en lontananza.
  Huye de la ciudad. ¡El tedio urbano!

-¡carne triste y espíritu villano!

  No fue por una trágica amargura

esta alma errante desgajada y rota;

purga un pecado ajeno: la cordura,

la terrible cordura del idiota.

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